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Mostrando entradas de agosto, 2017

Una luz en medio de las tinieblas

El escenario era devastador. Pero entre las toneladas de escombros y montañas de dolor que poblaron las calles de Portoviejo, un milagro apareció entre la desolación y el llanto. Su pequeño cuerpecito estaba desnudo y ceniciento, pero a primera vista, intacto. Lo primero que hizo la niña, de aproximadamente 4 años, tras ser liberada de su prisión de fierros, pedazos de cemento y enseres inservibles, fue mover su manito y saludar a las decenas de personas que vieron su rescate y no daban crédito de que aquel angelito estuviera vivo. Ella aguantó más de doce horas bajo las paredes de lo que fue un enorme edificio, conformado por casi 10 departamentos y donde funcionaba una farmacia en la avenida Guayaquil y Rocafuerte, de Portoviejo. La capital manabita fue azotada, a las 18:58 del sábado 16 de abril de 2016, por un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter que dejó más de 670 muertos y millones de dólares en pérdidas materiales. La niña salió ilesa a las 08:30 del domingo

Chongos se apagaron en Buena Fe

El fuerte olor a orina fermentada por el licor empezó a disiparse de la calle Miguel Méndez y sus intersecciones, desde el  2 de diciembre. Aquel viernes de 2016 murió la diversión carnal para los adultos buenafecinos. Los borrachitos que salían de los prostíbulos, ubicados en esa zona residencial de Buena Fe, bañaban las paredes con la fetidez que, para el último viernes de enero, había desaparecido.  A más de tres meses de la clausura de los seis nights clubs que quedaban en el centro de este cantón de la provincia de Los Ríos, el choque de las gotas de lluvia contra el pavimento levantaban un fresco vaho mohoso de la tierra mojada. La quietud había vuelto con el cierre de los lupanares.  ‘Mariela’ empinaba su nariz para disfrutar de la humedad. Ya no temía chocarse contra el tufo de vómito seco, de cigarrillo, o de la cerveza regada que dejaban los fiesteros más porfiados en su portal esquinero. Allí llegaban a ‘rematar’ cuando les cerraban los chongos y eso la obligó a invert

Sexo, sudor y tráileres

Las mejillas de Cristina parecían un semáforo en rojo. Era una noche calurosa, pero el sofocante bochorno decembrino de Buena Fe no era el que encendía su rostro. La vergüenza y el terror la quemaban y convertían a sus poros en cascadas de sudor. De sus cinco años como prostituta, era la primera vez que la colombiana abría sus piernas dentro de la cabina de un tráiler.  El bamboleo de su cuerpo, los gemidos, las convulsiones de la faena amatoria y la transpiración que empapaba su piel blanca hacían del estrecho cuartito móvil una olla a presión ruidosa. Un sauna a diésel al que se había metido por desesperación.  Llegó al país hace siete años y luego de recorrer siete ciudades, se estableció en este cantón de la provincia de Los Ríos. Estaba contenta, le gustaba la ciudad. Pero la felicidad le duró poco a la rubia treintañera. Cuando tenía dos meses de prestar sus servicios sexuales en uno de los seis prostíbulos ubicados en el centro de esa localidad tropical, estos fueron claus

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